Crónica del pájaro que da cuerda al mundo de Haruki Murakami

"El pájaro que da cuerda al mundo se posa en un árbol de por aquí y, poco a poco, va dándole cuerda al mundo. Mientras tanto, hace ric ric. Si él no le diera cuerda, el mundo no funcionaría. Pero eso nadie lo sabe. Todos, absolutamente todos, creen que es un enorme mecanismo, mucho más imponente y complejo, el que mueve el mundo con mano férrea. Pero no es así"

No se puede desvelar el argumento de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo de Haruki Murakami. Es preferible que el lector se acerque a ciegas a esta inquietante novela de más de 900 páginas. Cuando te sumerges en su lectura deseas que no finalice nunca. Seguir leyendo eternamente las evoluciones de Malta y Creta Kanoo, Kumiko, el teniente Mamiya, Noboru Wataya, May Kashara, Nutmeg, Cinnamon y Tooru Okada.

Aunque tratar de resumir esta novela es sentir que algo de ella se va perdiendo, podemos contar brevemente como arranca. El joven Tooru Okada deja su trabajo en un despacho de abogados. Mientras se prepara unos espaguetis y escucha La Gazza Ladra de Rossini recibe una extraña llamada telefónica de una desconocida. A partir de ese momento su vida comienza a transformarse, desaparece su mujer, aparecen en su vida las peculiares hermanas Kanoo, Creta y Malta, entabla una amistad con su joven vecina May que trabaja en una fabrica de pelucas, y frecuenta la extraña casa abandonada donde ocurrieron dramáticos sucesos. El protagonista se enfrenta en distintos planos de la realidad a su yo El reverso del protagonista, el hombre que está al otro lado del cristal, es el pérfido hermano de su mujer.

"Entre el lugar donde me encontraba y aquel mundo había varias puertas. Ahora, por azar, estaban todas abiertas y yo oía el sonido. Pero esto era estrictamente temporal. En cualquier momento, sólo con que se cerrara una de ellas, el sonido dejaría de llegar a mis oídos".

Murakami reivindica aquí, como en otras novelas,  que la realidad es  lo que experimenta el protagonista, su vida, sus sueños y sus fantasías y traza su viaje interior y exterior hacía su propio yo, enfrentándole a los enigmas que plantea la vida cotidiana.  Esa vida que se desarrolla frente a nosotros y que, en ocasiones, no podemos o no queremos ver.

"No podía discernir hasta donde llegaba la realidad y dónde empezaba la fantasía. El muro que dividía ambos territorios empezaba a fundirse. En mi memoria, al menos, lo real y lo irreal coexistían con una consistencias y una nitidez casi  idiénticas”.